martes, 6 de mayo de 2008

Mejores jefes... ¿Hombres o Mujeres?


El “arte” de ser un buen jefe se determina cuando la persona al mando despierta entusiasmo y confianza en sus compañeros de trabajo. Pero, ¿quiénes lo hacen mejor, los hombres o las mujeres?
Ser un buen jefe no es tarea fácil. No sólo tiene la presión encima de sus superiores, sino que debe enfrentar los inconvenientes que conlleva dirigir a otras personas. No sólo la responsabilidad y la inteligencia cuentan, también existen otras características para realizar este trabajo de la mejor manera.

Según el psicólogo y psico-orientador Guillermo González Illidge, el entusiasmo es una de las cualidades fundamentales a la hora de conducir a un grupo de personas. “Cuando el jefe influye en los demás, para que en forma voluntaria y con entusiasmo se esfuercen en el cumplimiento de las metas grupales de la empresa, el rendimiento en las labores es mucho mejor”.
Sin embargo, la incursión de la mujer en la vida laboral y en los altos cargos ha desatado un sinfín de estudios que tratan de resolver preguntas cómo: ¿quién es mejor jefe: un hombre o una mujer?, ¿qué beneficios trae tener un hombre al mando o una mujer?, ¿cuáles son las debilidades de cada uno?
Y aunque las respuestas son variadas, la conclusión siempre va ligada a la personalidad y el carácter del jefe. Son las características personales, el desarrollo de sus habilidades para visualizar el sentido de equipo y la sensibilidad con la cual desarrolla su potencial humano, las que en definitiva demuestran quién es el mejor.
MUJERES… ¿ARRIBA?
Pocos son los subalternos que defienden a las mujeres jefas. Sin embargo, ellas tienen cualidades que les dan muy buenos resultados cuando “están arriba”.
Para los especialistas, las mujeres son mucho más creativas, organizadas y cuidadosas a la hora de tomar decisiones. Ellas son coherentes con sus responsabilidades y el ejercicio de sus funciones, y lo hacen no sólo por cumplimiento sino para demostrar y demostrarse que pueden hacerlo mejor o igual que los hombres.
Las mujeres sobresalen porque su capacidad de interacción social les permite transformar el interés individual en colectivo. Además, su facilidad para estimular la participación entusiasma a sus subalternos, guiando a la empresa hacia metas de progreso.
Sin embargo, su mayor debilidad es la hipersensibilidad frente a situaciones personales antipáticas con sus subalternos o subalternas, muchas veces motivadas por defectos o limitantes que realmente no son tan trascendentales. Estos casos pueden desatar, con frecuencia, decisiones como suspender o despedir a un empleado de la empresa. Y luego lamentan el haber fijado toda su preocupación en aspectos que podían haberse solucionado con menos apresuramiento y mayor acercamiento personal.
HOMBRES: LOS PREFERIDOS
La mayoría de los estudios realizados concluyen que los empleados y empleadas prefieren tener a un jefe hombre, pues su género les proporciona un indicativo de autoridad, lo que es importante a la hora de dirigir un equipo.
Los hombres tienden a explorar previamente las situaciones antes de emitir un concepto o de asumir una decisión trascendental. Son prácticos y poco tienen en cuenta las consecuencias afectivas o sentimentales de sus empleados, aunque siempre son mucho más considerados con las mujeres.
Para sus subalternos, especialmente los de género femenino, tener un jefe hombre disminuye la presión; además se acostumbran más fácilmente a la toma de decisiones, pues creen que son personas inteligentes, con "mayor" capacidad global para entender los problemas que surgen a diario.
No obstante, de un jefe hombre se muestra cuando asume una posición autocrática -por lo general, producto del machismo cultural- pensando que él es "la única autoridad". Esto le impide llevar un estilo democrático y generoso, provocando un ambiente de discordia entre sus subalternos.

Diez lineamientos - Para llevarse bien con el jefe


Todos tenemos un jefe o jefa que puede incidir en nuestra carrera, en nuestra salud y en nuestra paz interior. Conservar buenas relaciones con su jefe puede ser determinante en su futuro.
Desde el empleado de menor categoría hasta el ejecutivo del Consejo; desde el voluntario de más reciente ingreso hasta el director de la campaña comunitaria para obtener fondos, todos tenemos un jefe o jefa que puede incidir en nuestra carrera, en nuestra salud y en nuestra paz interior. Conservar buenas relaciones con su jefe puede ser determinante en su futuro. He aquí diez lineamientos para lograr ese objetivo:
1. Sepa escucharlo. Muchas veces sólo fingimos escuchar lo que dice. Estamos tan ocupados buscando señales de aprobación o desaprobación, o preparando nuestra respuesta, que dejamos de escuchar lo que nos comunican. Escuchar bien significa, no sólo oír lo que el jefe está diciendo, sino además, captar lo que está dando a entender, y ser capaz de resumir lo que dijo y de responderle inteligentemente. ¿Cómo?Deseche el nerviosismo y concéntrese en lo que está diciendo su jefe o su jefa. Véalo a los ojos, pero sin insistencia. Tome notas. Cuando el jefe o la jefa haya terminado de hablar, haga una breve pausa para demostrarle que está asimilando sus palabras y, después de dos o tres preguntas, aclare algunos puntos o resuma brevemente lo que se ha dicho. Recuerde que a los jefes les agradan las personas a quienes no hay que repetirles las instrucciones.
2. Haga comentarios breves. El tiempo es uno de los recursos que más aprecian los ejecutivos; para ellos, la brevedad resulta esencial. Ser conciso no significa atestar con una gran cantidad de datos un apresurado monólogo. Quiere decir hablar en forma selectiva, directa y clara.Conviene limitar los memorandos a una sola página. Si tiene usted que dar un informe detallado, empiece con un sumario de una página. La redacción eficaz refleja, no tanto la habilidad para escribir, como la de pensar; cerciórese de haber examinado a fondo el asunto antes de empezar la redacción de un informe.
3. Recurra a la diplomacia. Si desea usted probar algo, reúna todos los hechos que apoyen la tesis y preséntelos de tal manera que la idea sea irrebatible. Trate, en la medida de lo posible, de que su jefe o su jefa sea quien exprese al final la idea.Un buen enfoque consiste en presentarle varias opciones. En vez de proponer una sola política o determinada acción, preséntele una lista de posibilidades, con todas sus ventajas y desventajas, para que él o ella elija.Así, le facilitará a la persona que manda tomar la decisión final, y usted se verá obligado a considerar el problema en todas sus implicaciones. El resultado beneficiará a ambas partes.Jamás rechace precipitadamente una propuesta del superior; quizá haya visto algún mérito en lo que propone, o no le pediría a usted su opinión. Si no logra ponerse de acuerdo con él o con ella al respecto, formule sus objeciones en forma de preguntas ("¿Podríamos hacer este cambio sin causar muchos trastornos?") o como objeciones que tal vez plantearan otras personas ("El departamento de personal podría armar un escándalo por esto"). Si puede usted señalar que las objeciones se basan en información pertinente de la que él no disponía, mucho mejor. No tema darle (diplomáticamente, por supuesto) malas noticias. El empleado que está dispuesto a sugerir cortésmente que "el emperador está en calzoncillos", quedara mejor, a la larga, que aquellos que a fuerza de adular al jefe lo inducen a tomar decisiones erróneas.
4.Resuelva los problemas de su propia competencia. Nada hace perder más tiempo - e influencia - a un administrador, que los empleados incapaces de resolver sus propios problemas. Superar las dificultades que sólo atañen a usted mismo le ayudará a desarrollar las capacidades y las relaciones que necesita para trabajar con eficiencia e incrementar su valor a los ojos del jefe.
5. Procure que el jefe tenga buena imagen. Esta es la mejor manera de relacionarse con el jefe. Destaque ante los demás las cualidades del ejecutivo. Manténgalo bien informado. Nunca dé información nueva en una junta a la que asista la persona que tiene el mando. Expóngale los hechos con anticipación, y que el jefe o jefa lleve la voz cantante.Para que el jefe conserve buena imagen ante los demás, quizá haya que dejarle llevarse el crédito por alguna idea que usted presentó. Mientras él o ella no esté robándole las ideas en forma sistemática, esto mejorará, a la larga, la posición del subordinado. Alguien dijo una vez: "Un hombre puede hacerle un gran bien al mundo si está dispuesto a dejar que otros se lleven el crédito". Cuando el jefe tiene una buena imagen, la de usted también es buena. Cuando obtiene un ascenso, aumentan las posibilidades de que lo asciendan a usted.
6. Acentúe lo positivo. Los ejecutivos triunfadores son por lo general optimistas que buscan ese mismo enfoque en sus subordinados. Enfocar positivamente no es meramente táctica, sino una actitud mental constante.Algunos hábiles subordinados evitan emplear términos como "problema", "crisis" o "contratiempo": describen las situaciones difíciles como "retos" y luego elaboran planes para enfrentarlos. Al hablar de sus colegas con el jefe, mencione las cualidades de esas personas; no se refiera a los defectos. Así, lo considerarán un buen compañero de equipo y acrecentará su reputación de saber llevarse bien con la gente.
7.No se quede hasta muy tarde; llegue temprano a la oficina. El trabajo intenso demuestra entusiasmo y dedicación, inspira a los demás y halaga al jefe; al fin y al cabo, usted trabaja para él. Cumpla horas extraordinarias al principio, y no al final de la jornada. Estará usted fresco y no cansado. Además, llegar temprano significa: "Estoy ansioso por empezar"; en cambio, quedarse hasta muy tarde significa: "No pude terminar mi trabajo".
8. Cumpla las promesas. Los jefes toleran los defectos de sus subordinados, con tal de que las cualidades de ellos los aventajen. Lo que no pueden tolerar es la incertidumbre. Si usted indica que puede cumplir una tarea y no la lleva a cabo, hará que el jefe le pierda la confianza. Cuando se dé cuenta de que no puede cumplir determinada tarea, adviértaselo en cuanto sea posible. Se molestará mucho menos, que si se entera después del incumplimiento.
9.Conozca bien a su jefe. "Conocer es poder", sentenció Francis Bacon. Sepa a fondo cuál es la formación y la experiencia de su jefe, su trayectoria dentro de la compañía, sus hábitos de trabajo, las metas que persigue, sus gustos y desagrados. Si es fanático de algún deporte, tal vez no sea sensato pedirle que resuelva un problema pedirle que resuelva un problema importante a la mañana siguiente de una derrota de su equipo favorito. El jefe perspicaz sabrá apreciar al subordinado que lo conoce lo suficientemente bien para prever sus estados de ánimo y sus deseos. Sea prudente y no saque conclusiones anticipadas. Si el jefe no hizo estudios universitarios, quizá piense usted que está celoso de la maestría en Administración de Empresas que usted posee. Pero tal vez a él le guste alardear de tener a sus órdenes a un profesional titulado.
10. No penetre en su intimidad. Conocer al jefe no debe llegar al extremo de que el superior y el subordinado se hagan amigos íntimos. Su jefe y usted no son iguales en el ámbito de la compañía. La amistad intima tiene un efecto igualitario que a menudo resulta peligroso. Se pueden intercambiar confidencias de las que después se arrepentirán; pueden exigirse esfuerzos intempestivos, con lo que acaso se coarten la libertad de pensamiento y acción del subordinado. Estar demasiado cercano al jefe puede ser causa de que sus compañeros de trabajo desconfíen de usted y traten de socavar su posición. Quien finque su situación dentro de la empresa únicamente en su relación personal con el jefe, ha echado raíces en un terreno tan poco sólido que el menor chubasco lo barrerá. Sostener una buena relación con el jefe o la jefa nunca deberá ser una consideración tan abrumadora que interfiera con la propia creatividad y productividad. Lo mejor que usted puede hacer por él o ella es trabajar con eficacia y eficiencia.Sin embargo, las buenas relaciones mutuas ayudarán a ambos a ser más eficientes y, por ende, acarrearán ventajas y beneficios para todos.

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